Miguel Ángel González, virtuoso creador,  inmerso en el lienzo de una  pasión. Escultor, pintor, con  una trayectoria artística que reluce como un diamante. Su viaje desde la Argentina hasta España, Cataluña, recalando  en Lleida, trajo consigo un tesoro de sueños convertidos en  obras vivas.

Las manos de González, como cinceles y martillos danzantes, han esculpido la esencia del amor en el hierro. En cada obra realizada, su arte resuena con el romance y la poesía, susurrando a corazones sensibles a la belleza.

Entre los reconocimientos más destacados se encuentran premios en los Salones de Artes Plásticas de Villa Constitución, el Prestigioso Premio de Honor en el Salón Nacional del Museo de Bellas Artes  de Argentina, y otros galardones que  realzan y avalan  su trayectoria. En Expo-América 92, fue aclamado como el artista más apasionado de Buenos Aires.

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Las dimensiones nunca han limitado la grandeza de su creatividad. De su taller brotó su más preciada obra: "Contemplación". Oda a la belleza que emerge desde la serenidad y el silencio en  un paisaje magnífico. En el Mirador del Roc del Quer su obra abraza los valles de Andorra, desafiando la gravedad,  para convertirse en un ícono único,  amado por los que encuentran en sus líneas,  un romance eterno entre el hierro esculpido, el silencio y la naturaleza, cómplice de tanta belleza.

En su último trabajo "Música", dedicada a la creación de una orquesta sinfónica, ha transmitido una sensibilidad y belleza incomparables. Estas creaciones forman una sinfonía,  que invita a explorar el arte y despierta la esencia más profunda del ser humano.

La escultura monumental "Pensador", ubicada en la Plaza de Josep Prenafeta de Lleida, deslumbra por su grandeza e invita a reflexionar sobre la existencia humana. Esta majestuosa creación es literalmente una reflexión sobre las cosas que en su sencillez, tejen los hilos de la vida. Esta obra no solo impacta al sentido de la vista, sino que acaricia el alma con las líneas de lo simple y lo bello. Es el recordatorio eterno que en el cotidiano gesto de pensar, se encuentra la esencia de la plenitud y la belleza, e incluso los antagonismos, tan propios de la especie humana.